Escrito por: Lic. Pedro Borrero
¿Por qué ir
al Psicólogo?
Héctor
lo tiene todo en la vida. Un trabajo estable, una esposa complaciente, unos
hijos que no dan problemas, amigos incondicionales… Y un profundo sentimiento
de vacío que lo llena de angustia cada noche, cuando todos están dormidos y él
es el único que aún permanece despierto.
Viviana
lleva una vida muy agitada. Rara vez se detiene a pensar las cosas.
Constantemente se la pasa haciendo algo. Ora en el GYM, ora en el trabajo, ora
en la rumba del fin de semana, ora en el consultorio del médico… Viviana
también es una mujer muy estresada; tiene el diagnóstico de un síndrome del
colon irritable pesándole sobre los hombros, y ninguno de los medicamentos que
le receta el médico parece surtirle efecto. Sus amigos dicen que debería
bajarle dos al ritmo de vida que lleva.
Olga
tiene muchos problemas con sus hijos. Hoy por hoy, se la pasan criticándola por
la vida que ha venido llevando en relación a ellos y a los hombres que ha
escogido. Le repiten una y otra vez que nunca se ha preocupado realmente por
sus necesidades o las de su familia, y que en cambio, se entrega en cuerpo y
alma al primer hombre que le promete una historia de amor como de telenovela.
Olga piensa que todo eso no es cierto, que ella siempre se ha preocupado y que
el problema es de esos muchachos treintañeros resentidos… que aún viven bajo su
techo.
Estas
tres personas, tan diferentes en sus problemas y en sus formas de ser, tienen
algo en común: tarde o temprano, se encontraron con un amigo, un familiar, un
médico o un conocido que les dijo: NECESITAS IR AL PSICÓLOGO.
Como
un balde de agua fría. Como un golpe en el ego. Hay muchas formas de decir cómo
se siente que te lo digan. Quizá tú lo has sentido. Quizá alguien te ha dicho
algo como esto, y quizá una parte de ti se dijo que: ¡YO NO ESTOY LOCO! ¡YO NO
NECESITO IR AL PSICÓLOGO!
Es
común esta reacción. Recuerdo que un joven, cuando se enteró que era psicólogo
y me vio en el consultorio, se preguntó que dónde estaba “la cama en donde acostaba
y ataba a los locos”. Tenemos muchas IDEAS ERRÓNEAS sobre lo que es o hace un
psicólogo, a menudo reforzadas por las películas y las series de Hollywood, y
en otras, por las propias RESISTENCIAS de la gente, de las familias, de los
grupos o hasta de la cultura misma. Pareciera como si se pensara que no pudiera
haber un psicólogo sin un loco atado con camisa de fuerza, babeando,
forcejeando cual fiera incontrolable al lado.
Pero
volvamos al tema de Héctor, Viviana y Olga.
A
cada uno, alguien le sugirió que necesitaba atenderse por alguna u otra razón,
y por supuesto, cada uno se resistió. Héctor dijo que no sabía si podía confiar
en un psicólogo para esto. Viviana dijo que no tenía tiempo y no veía la razón
para ir a atenderse. Olga alegó que de qué serviría cambiar si el problema
estaba en sus hijos.
Lo
que parecía obvio para alguien de afuera, para Héctor, Viviana y Olga les
parecía algo inconcebible, impensable, y la lista va creciendo y creciendo.
Y el
tiempo pasa.
Héctor,
de un momento para otro, empieza a perder rendimiento en el trabajo, a
encontrar insoportables a sus familiares, a sentir insatisfactorias las salidas
con sus amigos… Hasta que las cosas degeneran en lo que su médico de rutina
denomina como una “DEPRESIÓN”…
Viviana
va descubriendo que ya no puede llevar el ritmo de vida de siempre. Ahora, toda
su rutina se basa en un examen médico tras otro, en la búsqueda de una cura
para el colon irritable que está segura que tiene su causa orgánica… Y cada
examen siempre termina diciéndole lo mismo, decepcionándola de la misma manera:
USTED NO TIENE NADA ORGÁNICO.
Olga
se ha encontrado con un hombre al que sus hijos no soportan. Alegan que es un
embaucador, un abusivo, alguien al que ya no van a seguir soportando. Y se van
todos ellos. Olga queda sola con el nuevo “amor de su vida”… Pero ni él logra
llenar el nuevo vacío que está allí en donde antes tuvo a tres hermosos
retoños. Entonces empieza a experimentar ataques de pánico, pesadillas
recurrentes, problemas del sueño y del apetito y otros síntomas que no logra
comprender. Olga está confundida.
Tal
vez tú lo has estado alguna vez. Tal vez alguien te ha dicho lo que los otros
le han dicho a Héctor, Viviana y Olga, y tal vez hayas sentido esa resistencia
ante la idea de ir al psicólogo. Y efectivamente, estás en el derecho de
sentirla. Nadie ha de ir a atenderse si no quiere, ya que el trabajo
PSICOTERAPÉUTICO es algo que debe NACER del PROPIO DESEO. No puede “curarse” a
quien no desea “curarse”, si se lo puede decir de alguna manera, y hay que
respetar el proceso de cada quien.
Esto
puede llegar a hacernos pensar que si uno no quiere ir al psicólogo, entonces
no necesita ir al psicólogo. Pero nada más lejos de la realidad. Piensa en lo
siguiente: lo que Héctor, Viviana y Olga vivieron, ¿pudo haberse evitado?
Yo
pienso que sí. Muchos pensarán que si ellos SE DIERAN CUENTA del ritmo de vida
que han llevado, con un simple acto de voluntad TODO se solucionaría. “¿Quién
necesita un psicólogo? ¡Querer es poder, amigo/a! ¡Sé tu propio psicólogo!”.
Lamentándolo mucho, no es tan sencillo, y si lo fuera, no existiríamos
nosotros, ¿no?
En
este punto hay que dejar en claro que para algunas personas NO ES TAN SENCILLO
DARSE CUENTA. No, no es por poca inteligencia. No, no es por poca cultura.
Mirarse hacia sí mismo es un trabajo sumamente difícil, que requiere de muchos
RECURSOS que algunos, básicamente, no tienen (por muchas y complejas razones).
Y no se trata sencillamente de darse cuenta de QUÉ es lo que haces, sino
también PORQUÉ lo haces, y las respuestas nunca son sencillas.
PARA
ESO EXISTE LA HIGIENE MENTAL
La HIGIENE MENTAL busca conservar la
SALUD MENTAL, y lo consigue a través de evaluaciones y tratamientos que propone
el psicólogo. El psicólogo no es un “loquero” que solo se dedica a atender “locos”,
ni alguien a quien temerle como si fuera una especie de brujo que está allí
para meterte oscuras ideas en la cabeza. Su función es la de ayudar. Solamente
ayudar.
¿Y EN QUÉ CONSISTE ESA AYUDA?
Muchos
tienen ideas distintas al respecto, pero desde mi enfoque, pienso que nuestra
principal forma de ayudar a quien pide ayuda es acompañando, orientando,
explorando y confrontando al paciente (a veces, consigo mismo). Ese es el
TRABAJO DE HACER CONSCIENCIA. Consciencia de qué te pasa, por qué sufres y qué
puedes hacer para solucionarlo. En eso consistiría, básicamente, la
psicoterapia, y aunque pueda parecer algo intenso y doloroso, puedo certificar
que sus resultados VALEN LA PENA.
Puede
que algunos se pregunten: ¿Cómo saber si necesito ir
al psicólogo?
Para
esto no hay una respuesta clara, ya que depende de muchas cosas. A veces
depende de la referencia de un tercero (el médico de Viviana, por ejemplo), y
en otras, de la propia iniciativa del paciente. Pero pienso que al final todo
desemboca en eso último: en la propia iniciativa. Aunque hay excepciones, ES
UNA DECISIÓN QUE NADIE PUEDE HACER POR TI.
Todo
comienza con una pregunta. Pienso que el problema de Héctor, Viviana y Olga no
es que no tuvieran el deseo de atenderse, sino que nunca se han hecho siquiera
la pregunta de si debían atenderse. Escogieron seguir repitiendo sus problemas,
hasta que todo terminó desbaratándoseles, echándoseles a perder como una
máquina que han usado demasiado.
Ahora yo te pregunto: ¿Sientes que debes o necesitas ATENDERTE? ¿Hay algo que te está ocasionando INQUIETUDES, MOLESTIAS O PREGUNTAS? ¿Te parece que el RITMO DE VIDA que has llevado hasta |ahora NO HA SIDO EL MEJOR? ¿Te parece que hay algo que necesita una REVISIÓN?
Todo
comienza con una pregunta (una simple pregunta). Solo tú conoces la respuesta.
Psic. Pedro Alejandro Borrero
Correo: psicopabp@hotmail.com
Telf: 0414-597-9867 / 0412-460-1548
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